Los Castellers de Vilafranca ganaron hoy el Concurso de Castells (castillos humanos) de Tarragona, noreste español, que se celebró este fin de semana en la antigua plaza de toros de esta ciudad catalana.
Los Castellers de Vilafranca del Penedés triunfaron por séptima vez seguida.
El concurso se celebra cada dos años y se ha convertido en la cita más esperada del panorama del castell, una torre humana de varios pisos de altura que se viene construyendo tradicionalmente en Tarragona desde hace más de 200 años.
La tradición se fue extendiendo después hacia el Pendes y, durante el siglo XX, por toda Cataluña, estando muy vinculada a las fiestas populares.
Un casteller es una persona que forma parte de una “colla cartelera” para organizar castells, es decir castillos en catalán. El 16 de noviembre de 2010, “els castells” (los castillos) fueron declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
En un “castell” (castillo) interviene un numeroso grupo de hombres y mujeres de todas las edades y complexiones físicas que se entrenan durante todo el año para los concursos y actuaciones.
Son auténticas torres humanas que entrelazan tradición, deporte y cooperación que se han erigido como uno de los máximos íconos de la cultura tradicional catalana.
Documentados ya en el Siglo XVIII, los “castells”, viven en la actualidad su época dorada con construcciones monumentales nunca vistas anteriormente y con un reconocimiento internacional que ha provocado su expansión fuera de Cataluña.
En el concurso de este año, uno de los 42 equipos participantes era chino, los “Xiquets de Hangzou”, pero ya se han constituido equipos en ciudades como París, Londres, Copenhague, Melbourne o Irvine (California).
La estructura de la torre es una pieza importante para entender su proceso.
La “Piña”, es la base de la torre y primer piso, para seguir el “Folre” y las “Manilles”, como segundo y tercer piso que dan estabilidad a la construcción.
Sigue el “Tronco” del castillo donde radica la máxima dificultad de la construcción, y el “Pom de Dalt”, donde los auténticos protagonistas del castillo, los niños, tienen su lugar.
En la cima del castillo, un niño o niña de poco mas de cinco o seis años, conocido como “Anxeneta”, marca con su ascenso y levantamiento de la mano, si el castillo ha sido montado o no.
Son construcciones de hasta 10 pisos que pueden pesar mas de 17 toneladas y movilizar a cientos de personas en su estructura.
Estos cientos de personas se guían por los gritos del capitán del equipo y de la música de la “gralla”, el instrumento tradicional, para saber en todo momento como evoluciona la construcción.
Adriá Iglesias, miembro de la “colla” de castells del Serrallo, en Tarragona, destacó que “el esfuerzo de los dos años entre concursos, se ven recompensados por las actuaciones”.
El mundo de las torres humanas “deja un espacio para todo el mundo, hombres, mujeres, niños y mayores”, dijo.
Apuntó que destaca la intensidad de la fuerza de la voluntad castellera, “pues si dedicas muchas horas y te lo tomas en serio, en el mundo de los castillos podrás conseguir unos muy grandes”.
Para Iglesias, la aparición de grupos de castellers fuera de Cataluña “es un orgullo, transmitiendo la cultura y las costumbres por todo el mundo”.
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