Miles de niños, niñas y adolescentes mexicanos viven en un ambiente de violencia cotidiana de todo tipo que resulta, un factor determinante para la deserción escolar y la muerte de menores de edad según el Instituto de Nacional de Salud Pública, (INSP) del Gobierno Federal.
En una publicación hecha en junio del 2018 y actualizada en diciembre del mismo año, aunque sin aportar cifras estadísticas, el INSP, el organismo señaló, refiriendo información del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, que miles de niños en México crecen en un contexto de violencia cotidiana.
Detalla que esa violencia la incluye física, sexual, psicológica, así como discriminación y abandono, que les deja secuelas profundas y que incluso termina cada año con la vida de centenares de niños.
El organismo cita datos de un estudio realizado en 2006 y denominado Informe Nacional Sobre Violencia y Salud, que ya contabilizaba dos muertes de niños con menos de 14 años de edad, al día.
Los niños mexicanos, por otra parte, están incluidos en estadísticas del Unicef en el Informe Mundial sobre violencia contra niñas, niños y adolescentes, según el cual cada año unos mil millones de niños sufren algún tipo de violencia emocional, física, sexual y de otros tipos, y cada cinco minutos muere en el mundo un niño a causa de la violencia.
Incluye datos como que 75% de la población mundial infantil (unos 300 millones) sufre agresión psicológica o castigos físicos.
En 30 países de ese estudio, que no especifica, señala que uno de cada seis niños era sometido a algún tipo de disciplina violenta, pero de esa población menor de edad, eran las niñas más vulnerables que los niños,
También ubica a 732 millones de niños, que viven en países donde no han sido prohibidos los castigos corporales en las escuelas.
El Unicef hizo recomendaciones a los países como:
La promulgación y aplicación por parte de los gobiernos de leyes nacionales efectivas contra la violencia que incluyan la prohibición del castigo corporal, así como la introducción de penas estrictas para el abuso sexual, la exigencia de información y seguimiento para los asistentes sociales y trabajadores sanitarios, códigos de conducta para maestros, oficiales de policía, guardas y otras personas que trabajen en estrecha proximidad con niños y niñas.
La apertura del debate sobre ese tema en la sociedad, y la tesis de que la violencia contra los niños y niñas no es un asunto privado, y es necesario llevar a los medios de comunicación.
Ayudar a lo niños y niñas a identificar, evitar y afrontar incluso situaciones potencialmente violentas, enseñándoles sus derechos y formas seguras de denunciar y pedir ayuda a quien puede tomar medidas, así como enseñar a maestros, asistentes sociales, personal médico y otras personas que tienen trato estrecho con niños y niñas para que sepan detectar el abuso a tiempo.
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