Por segunda ocasión en el marco de la Fiesta Grande de Enero, los chuntae recorren las calles, los barrios, templos y casas particulares de esta ciudad.
Mientras danzan, una multitud sigue las comparsas, llevan canastos en la cabeza, otros son los responsables de la quema de cohetes y de los juegos artificiales, muchos ocupan las calles para vender, sobre todo alcohol.
Agentes de las policías estatales y municipales montaron una operación de seguridad alrededor de la zona centro y por las calles donde pasan las comparsas y abren paso a los danzantes, a quienes siguen las multitudes.
El chuntae es un hombre vestido de mujer, esta noche han salido unas 12 pandillas, se congregaron en varios domicilios desde las 18:00 horas, uno a uno fueron llegando, cada quien con su indumentaria.
Su vestuario es una larga falda de cuadros o floreada que les cubre hasta los pies, la blusa es blanca bordeada en listones de colores en que resalta el amarillo, el azul, rojo y encajes con vistosas flores rojas.
El danzante porta un maquillaje colocado por especialistas, lleva trenzas, diademas, collares, arrasadas y pulseras, mientras que un jicalpestle decorado con pintura de laca adornado con flores de papel de china adorna su cabeza, una sonajas de lámina y morro lleva en la mano come la que expresa su alegría.
Al comenzar el recorrido a partir de las 20:00 horas, las calles ya habían sido tomadas por miles de chiapanecos en espera de los danzantes, el frío no era pretexto, la brisa de las aguas del río Grijalva se sentían, nadie se perdía los detalles de las comparsas.
Por las calles se topaban los contingentes, el recorrer uno y otro barrio expresaba alegría, fue un recordar a los sirvientes de la española María de Angulo, quien llegó a esta ciudad en busca de sanación de su hijo durante la época de la colonia, la que al fin encontró su muchacho con los curanderos del cumbujuyu.
El cumbujuyu es un manantial de aguas termales que se localiza en tierras de la comunidad 20 de Noviembre, en lo que ahora es el nuevo municipio de Emiliano Zapata, a donde la gente llega aún a bañarse, y donde habría encontrado salud el chico.
En agradecimiento a los médicos tradicionales de la zona, María de Angulo regresó en una hambruna y con sus sirvientes repartió alimentos a los lugareños en agradecimiento por la sanación de su hijo, a quien durante su enfermedad entretenía con una sonaja.
Los danzantes son auxiliados por amigos y familiares que siguen las comparsas, van esposas, novias y hermanas, para hacer frente al cansancio consumen licor casero.
El regreso, la vuelta a casa es a partir de las 05:00 horas, en la mañana, todos cansados, agotados, pero en el rostro reflejan alegría tras haber sido partícipes de las comparsas.
