El escritor peruano y Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, razonó sobre el amarillismo periodístico y también de cómo este oficio puede fortalecer a un país, en su nueva novela “Cinco esquinas”.
En un acto celebrado en Casa de América, el autor presentó su nueva novela (editorial Alfaguara) que saldrá a la venta en España y América Latina el 3 de marzo con una tirada inicial de 200 mil ejemplares.
La novela se sitúa en los últimos meses del periodo de Alberto Fujimori, en medio de una fuerte ola de violencia y un periodismo amarillista promovido desde el régimen que aumentaba la incertidumbre que vivía el país.
En ese escenario, dos amigas se ven obligadas por el toque de queda a pasar la noche en una situación inesperada, que las lleva a vivir momentos eróticos para los que estaban preparadas y a partir de allí se convierte en una historia policial.
Vargas Llosa explicó que esa relación inesperada “es la puerta a la historia” que él quería contar de ese periodo de la historia reciente de Perú, de la decadencia de un régimen y el papel del periodismo de cara al país.
“Quería un intriga de tipo policial, un punto de encuentro de gente de diferentes niveles sociales, actividades, que vivían de una manera distinta ese contexto tremendamente intenso, enconado y violento”, manifestó.
Además, la novela se desarrolla en connotaciones políticas y complejas en un contexto de inseguridad y violencia social, y como todo ello “provoca cambios profundos en los senos de las familias, como les ocurre a estas dos señoras”.
La novela se contextualiza en el periodismo amarillista que se vivió en aquellos años en Perú, en que políticos o personajes de la vida pública eran acusados de escándalos.
“Quiero mucho al periodismo, pero me apena mucho la deriva que el periodismo tiene en este tiempo, que es entretenimiento sin límites, utiliza el escándalo, husmea en la basura humana para un público ávido de ese material. Es un problema cultural de este tiempo”, aseveró.
El autor de obras como “Conversación en la catedral” (1969) y “La fiesta del chivo” (1999) refirió que nada socava tanto a las instituciones como un periodismo “que delinque y convierte las mentiras en verdades”.
Enfatizó que el periodismo es necesario para la democracia y una prensa independiente es difícil de callar, pero que el problema actual surge del propio periodismo, de la exigencia de un público cada vez más interesado, debido a la falta de lectores, de ejemplares, de anunciantes y de ingresos.
“Hay algunos diarios, algunos que eran serios como The Times o Daily Telegraph que acabaron la frontera y el protagonismo del amarillismo muestra que la diversión y entretenimiento es lo importante, la trivialización”, consideró.
Apuntó que “la responsabilidad de los periodistas es no mentir, sino defender la verdad”, diferenciarla de la mentira y con ello tratar de ennoblecer la profesión.
El Nobel de Literatura aprovechó la ocasión para aclarar que a él no le gusta aparecer en revistas de la llamada prensa del corazón, como ¡Hola!, en la que se publican fotografías suyas por su relación con Isabel Preysler.
“No me gusta parecer en Hola, aparezco por razones personales, y a mí me gustaría aparecer en revistas literarias. Me hace perder tiempo, es incómodo tener fotógrafos en la puerta de casa, me persiguen. Ya no puedo ir al cine o a sentarme en un café”, expresó.
“Estamos ante disyuntiva de que periódicos vayan a desaparecer y Hola aumenta tiradas. Vende un millón solo en España. La gente quiere esa información, es un fenómeno de nuestro tiempo, porque hay gente que quiere ese material que los haga soñar, la vida en rosa, gente con dinero”, concluyó.