Con 35 años dedicados al arte, el pintor y escultor mexicano Noé Katz (1953), autor de los murales en aluminio titulados “El Viaje de Eneas” situados en la fachada de un reconocido hotel situado en la calle de Mariano Escobedo, criticó al arte actual por considerar que carece de propuesta.
El artista, quien dice apelar a la imaginación para recrearse y de esta forma llevar al óleo o a la escultura varias de sus ideas, las cuales surgen de vivir una ciudad tan grande como la de México, lo que se hace hoy en día sólo son “ocurrencias, una tomadera de pelo”.
Entrevistado a propósito de su exposición “Caminos sensibles”, que se presenta en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) campus Cuajimalpa, así se expresó el creador, cuya obra forma parte de colecciones de museos como el Arte Moderno, del Tokoro Museum Of Moderno Art en Japón y del Arte Latino en California.
En su opinión, lo se exhibe en ferias de arte como Zona Maco carece de un trabajo constante y plástico, no es conceptual, por el contrario, “son ocurrencias”.
“No me importa si es conceptual o minimalista, me interesa saber qué hace el artista y cómo lo hace”, dijo Katz, quien recordó que en su última visita a dicha feria de arte se encontró con una instalación de “tres palos”, de Gabriel Orozco y costaba mucho dinero.
A pregunta expresa si ello se le puede llamar arte, Katz consideró que lejos de lo artístico, “se cae en lo absurdo, en la burla, en lo ridículo y no creo que valga la pena, es más bien una provocación, una basura”.
Cuenta que vivir tres años en Florencia, Italia, lo llevo a conocer a uno de los galeristas más importantes del movimiento vanguardista, una corriente encabezada por el francés Marcel Duchamp (1887-1968), a quien elogió en todo lo que hacía, con una propuesta clara y concisa, muy diferente a lo que se hace hoy.
“Lo que se produce aquí es una bola de ocurrencias, a cargo de oportunistas que creen que porque van a ser raros, van a tener éxito y que se creen artistas. Creo en el arte conceptual, pero hay gente que es una tomadera de pelo y el problema es el mercado del arte que ya no sabe a dónde irse, por tantas mamarrachadas que se han inscrito como arte conceptual efímero”, comentó.
Participante en más 15 exposiciones colectivas, cuenta que en la actualidad, además de carecer de propuestas artísticas, son pocos y cada vez menos los críticos de arte que emiten una opinión certera y precisa como Raquel Tibol (1923-2015).
“Raquel Tibol me escribió un artículo en la Revista Proceso donde hablaba bien de mi obra. Era una mujer a la que había que tenerle miedo; siempre le gustó mi calidad, me decía: Noé, usted tiene mucha factura, no la pierda con los años. Además éramos amigos y en alguna ocasión me contaba las cosas que tuvo que ver con Diego Rivera, con Frida Kahlo.
“Incluso me dijo que no sabía de dónde sacaba tanta fuerza Diego Rivera para pintar, pues en alguna ocasión el muralista se pasó toda una semana sin parar pintando. Todas estas cosas, me dieron fuerza para sacar mi trabajo adelante, fue una mujer profundamente ligada al artista y al arte, y criticaba como nadie. Se le extraña”, dijo.
“Caminos sensibles” está integrada por un total de 12 obras entre pintura, escultura, dibujo e impresiones de los 10 últimos años del artista.
“Se titula así porque durante mi vida artística he tenido que manejar esta trayectoria de caminos sensibles, porque de lo contrario, si no lo haces así, te vas para abajo. Si estás en una etapa en la que trabajas y no tienes bien definido lo que quieres, tienes que recurrir a tu sensibilidad para salir adelante y crear un sistema de creación que tenga que ver contigo, estar dentro de lo que has aprendido.
“La muestra es como tener en la mente siempre, la forma de crear que sea con sensibilidad”, indicó el creador, quien agregó que la exhibición es una muestra en la que maneja varias ideas, obra de los últimos 10 años y es bonito ver el enfrentamiento de las mismas y que a la fecha no han perdido la calidad.
Colores profundos, óleos y esculturas en madera y bronce, son parte de esta muestra en la que se observan pinturas como “El plomero”, “Autorretrato”, “Un mundo feliz” y “Cosechando”, y esculturas como las tituladas “Conversaciones”, “Cara a Cara”, “Hombre rojo” y un bronce llamado “El arquitecto”, en el que el artista refleja como el hombre construye y al mismo tiempo carga consigo todo aquello que adquiere, su historia, su cultura, proyectos, etcétera.