Quien llega hasta el Taj Mahal, a poco más de 200 kilómetros al sureste de Nueva Delhi, percibe y comprende la fuerza de atracción que el mausoleo genera entre visitantes y curiosos, y el porqué de su designación como una de las maravillas del mundo moderno.
Turistas de todas las nacionalidades llegan desde la madrugada hasta las calles de terracería que rodean las tres puertas que, en punto de las seis, dan acceso hacia la Puerta Principal o Puerta Real desde donde se aprecia en todo su esplendor la blancura del mármol que recubre el mausoleo.
La obra arquitectónica fue encomendada por el quinto emperador mogol Shah Jahan, como homenaje a su tercera esposa Arjumand Banu Begum, quien falleció en el año 1631 al dar a luz a su decimocuarto hijo y fue conocida como Mumtaz Mahal, y quien da nombre a esta maravilla.
Apenas una décima parte de los siete a ocho millones de visitantes que recibe llegan del extranjero, según datos el Departamento de Turismo del estado de Uttar Pradesh, donde se ubica el mausoleo, declarado en 1983 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).
El río Yamuna y el Jardín de Charbagh resguardan el conjunto, flanqueado por cuatro minaretes y dos edificios simétricos: el izquierdo alberga una mezquita que cada viernes recibe a oradores, y en la derecha está la “Casa de Huéspedes”, donde los emperadores mogules recibían a sus invitados.
Desde la fuente central en el Jardín de Charbagh, que divide el área en patios simétricos, se observan la galería del museo y el museo del Taj Mahal, punto preferido para inmortalizar la visita, como en su momento lo hicieron la princesa Diana de Gales; Nicolas Sarkozy o Inácio Lula da Silva, entre muchos más.
Hay fanáticos del monumento, como cuenta Sonal Verma, una diseñadora de moda de Nueva Delhi, quien lo ha visitado varias ocasiones y todavía describe con emoción su encuentro con la obra y su sorpresa por “la artesanía e ingeniería detrás del edificio, en tiempos cuando no había computadoras”.
Como a todos los visitantes, la conmueve la historia de amor y sacrificio que llevó a la construcción del mausoleo, y también le impresiona la arquitectura, su perfecta simetría, la combinación de materiales y la convergencia de estilos arquitectónicos: persas, indios e islámicos.
Es la representación terrenal que Shah Jahan ideó para replicar la casa de Mumtaz Mahal en los jardines del paraíso y albergar los cuerpos de ambos varios metros debajo de la superficie. Bajo una cúpula se muestran réplicas de sus sarcófagos de mármol, aunque como en todos los interiores está prohibido tomar fotos.
Ram Ratan, asistente principal de conservación del Taj Mahal, cuenta que según los relatos más de 20 mil trabajadores procedentes del norte de la India fueron reclutados para construir la obra, y que tardaron 22 años en terminarla.
Escultores de Bujará (hoy Uzbekistán), calígrafos de Medio Oriente, arquitectos de Persia: Ustada Isa e Isa Muhmadd, los principales, fueron algunos de los encargados de planear los detalles del inusual proyecto.
Diferentes regiones del continente asiático aportaron múltiples elementos: hay mármol de Makrana, jade verde de China, lapizlazuli de lo que hoy es Afganistán, turquesas del Tíbet y un total de 16 tipos de piedras preciosas que entre las placas de mármol forman flores de loto, figuras simétricas, ilusiones ópticas o inscripciones con pasajes del Corán.
El Taj Mahal se encuentra bajo “tratamiento técnico”, informa Ram Ratan y con ello explica las estructuras metálicas que cubren los minaretes que rodean el mausoleo y confía que unos seis meses quedará listo para lucir de nuevo en todo su esplendor.
La época que más se recomiendan para visitar el Taj Mahal es entre marzo y abril, cuando aún no hace tanto calor ni llueve, o entre septiembre y octubre, cuando concluyeron las lluvias y las temperaturas bajan de nuevo.
En marzo se celebra también él festival “Holi”, la gente se cubre con polvo de colores para recibir la primavera, y una vez al mes el Taj Mahal recibe visitas nocturnas, durante las que se puede apreciar otra faceta del monumento con la luz de la luna que provoca destellos de las piedras preciosas.
El visitante puede llegar hasta Agra por vía aérea, por carretera o tren desde Nueva Delhi o Jodhpur. En los trenes el servicio cuenta con diversas clases y es constante la venta de artículos y alimentos, por lo general, la población local es amigable con el turista y resulta fácil comunicarse en inglés.
Salvo la vendimia y el regateo, el visitante puede sentirse tranquilo y seguro, siempre hay vigilancia policiaca y puede encontrarse hospedaje de mediana categoría y costo, aunque los servicios en la zona son escasos.
El área presenta mala calidad del aire, y por la proximidad con el río Yamuna por la noche son abundantes los mosquitos. Servicios médicos recomiendan a los turistas que antes de viajar se vacunen contra tifoidea, rabia, encefalitis japonesa y hepatitis a y b.