El combate contra la trata de personas es una de las prioridades del Papa Francisco, por lo que apuesta a que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declare esa práctica como un delito de lesa humanidad.
En entrevista Marcelo Sánchez Sorondo, uno de los más cercanos colaboradores del pontífice y canciller de la Pontificia Academia para las Ciencias, y Eduardo Acastello, alcalde del municipio argentino de Villa María, destacaron el interés del Papa para elevar como delito de lesa humanidad a la trata de personas.
“Tenemos el compromiso de acompañar en septiembre (próximo) al Papa a la ONU para que allí se declare a la trata de personas como un crimen de lesa humanidad”, dijo Acastello.
“Es algo a lo cual se resisten muchas naciones, pero nosotros estamos convencidos que es necesario hacer para que las víctimas de trata de personas tengan acceso a los derechos”, agregó Acastello, tras participar en la reunión mundial de alcaldes en el Vaticano, celebrada en fecha reciente.
Ese encuentro, primero en su género y que convocó a los gobernantes de las más importantes urbes del mundo (Nueva York, San Francisco, Bogotá, Río, Madrid, París, Roma y muchas otras), se centró en analizar la relación entre el cambio climático y las “nuevas esclavitudes”.
Sánchez Sorondo indicó que existe una “conexión clarísima” entre las emergencias del clima y la pobreza, porque ambas provienen de la globalización y una causa la otra.
Sostuvo que el mal uso de la tierra lleva a provocar crisis del clima y si, por ejemplo, un tifón se abate sobre Filipinas el resultado es que crea más pobreza y pone a estos pobres en situación de ser esclavos, de prostituirse para poder sobrevivir.
“Queremos que las Naciones Unidas, entre los nuevos objetivos del milenio, hablen de la exclusión social no en abstracto, sino que denuncien las nuevas formas de esclavitud”, indicó.
Mencionó entre ellas al “trabajo forzado, la prostitución, ciertas drogas y el tráfico de órganos, que es terrible y pasa en los hospitales más elegantes, en los cruceros donde no hay ley porque todo depende del capitán”.
Precisó que la carta encíclica Laudato Si, publicada por el Papa Francisco y que se dedicó al cuidado de la “casa común”, levantó una “ola” porque sostiene que el clima es un problema humano porque puede generar no solo pobreza, sino también nuevas formas de esclavitud.
“Queremos que las Naciones Unidas escuchen. Lo del clima ya lo copiaron, fuimos nosotros -la Academia de las Ciencias- los primeros que lanzamos el tema hace 20 años y ahora convencimos a los economistas y a las otras disciplinas. Pero nosotros decíamos antes lo mismo que estamos diciendo ahora”, insistió.
Sánchez Sorondo reiteró que el organismo que él preside planteó el tema del calentamiento global desde hace más de 20 años por las aportaciones de algunos de sus miembros, como Paul Crutzen y el mexicano Mario Molina, ambos premios Nobel.
Estableció que Crutzen fue el primero que habló de “clima antrópico”, es decir, que la acción humana puede no solo influir, sino también determinar el clima.
Además, el clérigo salió al paso de las críticas lanzadas contra el Papa Francisco –sobre todo en Estados Unidos- a quien se le acusó que su encíclica ignoró una supuesta falta de consenso en la comunidad científica sobre la influencia humana en el cambio climático.
Aclaró que en la encíclica se pide “seguir discutiendo”, pero subrayó que la mayor parte de los datos de la comunidad científica van en una dirección: “Que la actividad humana basada en los combustibles fósiles provoca el calentamiento global”.
El Papa “Francisco usó los datos de la ciencia para una encíclica que no es científica. En esta encíclica se toman todos los datos de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, porque el Papa habla de la ecología integral, la ética y la justicia social, eso es filosofía”, dijo.
“Pero también de las Ciencias, porque habla de las actividades humanas que usan combustibles fósiles y que producen el desequilibrio que genera el calentamiento global. Esa situación la sufre la mayor parte de la gente, justo la que no tiene la ventaja de la energía del petróleo”, ponderó.