El reflujo gastroesofágico es el paso del contenido alimenticio del estómago al esófago, lo cual es una condición normal en todas las personas a cualquier edad, pero este es esporádico; sin embargo, al aumentar la frecuencia de estos eventos, podría considerarse como una enfermedad que amerita atención médica.
La doctora Leticia Rodríguez Ocón, gastroenteróloga pediatra de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE), No. 48, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en León, Guanajuato, dijo que este padecimiento se presenta en los recién nacidos porque el esfínter esofágico inferior, que es una división entre el estómago y el esófago, no está funcionando al 100%, ya que madura aproximadamente entre los 12 y los 18 meses.
Lo normal es que esta parte del cuerpo se abra cierto tiempo después de comer, pero al no haber madurado no funciona como debe ser y, aunado a la alimentación excesiva en los menores, hace que el alimento se regrese y se presenta el reflujo.
En los menores existe el reflujo fisiológico -consiste en que los menores regresen el alimento después de haberlo ingerido-, pero de manera esporádica, es decir, algunas veces sí y otras no, y puede desaparecer un día y regresar al siguiente, pero aproximadamente a los seis meses de edad, esto comienza a desaparecer.
En el caso de la presencia de una hernia hiatal -el estómago se encuentra un poco fuera de su sitio habitual- en el menor, es un factor que condiciona a la no maduración de la división entre el estómago y el esófago, que ocasiona que esta parte esté abierta permanentemente. Este padecimiento afecta a menores de edad, adolescentes y hasta los adultos.
Los síntomas del reflujo gastroesofágico son: que el menor regresa el alimento en cada toma en pequeñas y/o grandes cantidades, hipo, eructos frecuentes e incluso un reflujo silente que se da a notar porque el bebé enferma frecuentemente de las vías respiratorias debido a una irritabilidad en estos conductos.
El hecho de no atender el reflujo en los bebés puede condicionar la presencia de algún cuadro de desnutrición, inflamación del esófago -esofagitis- leve, moderada o severa, en esta última con presencia de hemorragia y úlcera y hasta estrechez o estenosis de esófago, lo anterior en cuanto a la sintomatología digestiva.
En relación a la sintomatología respiratoria, dijo Rodríguez Ocón, se presenta neumonía recurrente, broncoaspiración e incluso muerte súbita del lactante.
Señaló que la leche materna, que se recomienda proporcionarla por lo menos los primeros seis meses de vida, protege al menor, ya que son mínimos los casos en que se presenta una intolerancia a este benéfico alimento, caso contrario con la leche comercial de fórmula, que es más probable que genere algunas contraindicaciones que predisponen al reflujo.
Recomendó a los padres de familia no proporcionar al menor leche diluida, té ni jugos, además de no sobre alimentarlos para evitar la presencia de reflujo.
Refirió que un recién nacido debe comer cada tres horas en promedio, mínimo cada dos o máximo cada cuatro, hacerlo despierto y deben ser entre 2 y 3 onzas la cantidad a ingerir, aunque esto depende del peso del recién nacido.
Dijo que el reflujo fisiológico lo presenta hasta un 60% de los lactantes, pero cabe mencionar que esta es una condición normal que se corrige con la técnica de alimentación como: darle de comer sin que esté acostado y evitar que pase aire a su estómago, mientras que el reflujo gastroesofágico lo padece el 30% de los recién nacidos.
Por último, la especialista del Seguro Social exhortó a los padres de familia a privilegiar la alimentación de sus recién nacidos a través de la lactancia materna y acudir mensualmente a la revisión médica del bebé para que sea revisado su sano crecimiento.
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