El cantautor, arreglista y acordeonista mexicano Celso Piña sumará un nuevo continente a sus casi 35 años de trayectoria, pues en octubre próximo ofrecerá conciertos en cinco ciudades de China.
Tras haberse presentado en 20 ciudades de diferentes países, como Alemania, Suecia, Polonia, Italia, Argentina, Chile, Perú, Colombia, España, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Francia, entre otros, “El Rebelde del Acordeón” y su Ronda Bogotá llevarán su música a la nación más poblada del mundo.
El 1 de octubre estará en Shanghai Xintiandi; al día siguiente en Chongqing Tiandi; el 3 del mismo mes, en Wuhan Tiandi; dos días después en Shanghai Hongqiao The Hub y el 6 de octubre concluirá en Foshan Lingnan Tiandi.
Durante este “tour” se acompañará de Pato Machete, con quien desde hace 15 años ha colaborado en canciones como “Cumbia sobre el río” y “Cumbia de los sueños”.
“Hace un par de años que esta gira se venía contemplando. La gente que maneja mi carrera en Europa me preguntó si me gustaría tocar en China y les dije que sí y entonces se pusieron a organizar todo”, platicó Celso Piña.
México y China son países muy lejanos, de culturas totalmente diferentes e idiomas sin similitudes, pero a Celso eso le tiene sin cuidado, pues confía en la magia que logrará transmitir a través de la música.
“Para que a los políticos les junten gente en algún lugar, piden que les lleven a tal artista y esa es la magia tan bonita de la música, la cual es el lenguaje de Dios y a Dios no te le pones a las patadas.
“Yo creo que al público le gusta mi estilo, mis fusiones, mi sonido y por eso es que ando de aquí pa’ allá y de allá pa’ acá. Antes tocaba en cuadras y ahora haré una canción que diga: ‘De cuadras a continentes’”.
A su regreso de China, el también llamado “Cacique de la Campana” insistirá en realizar el sueño de llevar su música a Australia, es su asignatura pendiente, pues hace tres años le llamaron para presentarse, pero por diversas razones no se concretó el proyecto.
Mientras tanto, este jueves ante cientos de personas presentará su “show” en el Pasagüero, ubicado en el Centro Histórico de esta ciudad.
Aunque el regiomontano está acostumbrado a tocar frente a miles de personas, no le incomodan los lugares pequeños mientras la gente esté prendida.
“Y si no lo está, yo tengo mis recursos para prenderla, pues saco unos galones de gasolina y se los aviento ¿no que no se prendían?”, bromeó.
Ya en serio, aclaró que el volumen de gente que asista a sus conciertos es lo que menos le importa, “porque de todos modos, la adrenalina se siente pesada. Yo me muevo demasiado y me empapo de sudor, más que si estuviera haciendo ejercicio”.
Lo que de plano no le gusta, es que los organizadores pongan sillas enfrente y hasta atrás se encuentre la gente de pie muy emocionada y eufórica, pero contenida por una barricada.
“Si acaso los de adelante levantan las manos, pero los de aquel lado se están desbordando por bailar, porque mi música es alegre, no es para estar sentado”, dijo.
“Con mi música se baila cumbia y se mueven las caderas, la gente no está viendo a Chaikovski. En ocasiones, hasta he mandado a quitar sillas porque la raza viene al cotorreo y no a sentarse”, aseveró.