Francisco advirtió hoy contra el periodismo que se convierte en “arma de destrucción” de personas o de pueblos, que alimenta el miedo o las divisiones, y pidió que esa profesión sea un factor de bien común.
En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el pontífice recibió esta mañana a una delegación del Orden Nacional de Periodistas de Italia, a quienes instó a “amar la verdad”, “vivir con profesionalidad” y “respetar la dignidad humana”.
Calificó a los chismes como “terrorismo” y el “asesinar” a otros “con la lengua”, algo que vale también para los periodistas, porque su voz puede llegar a todos y es “un arma muy poderosa”.
Sostuvo que detrás del simple relato de un acontecimiento existen sentimientos, emociones y, en definitiva, la vida de personas que si es injustamente difamada por un artículo, puede ser destruida para siempre.
“Cierto la crítica es legítima, diría incluso necesaria, tanto como la denuncia del mal, pero esto debe ser siempre hecho respetando al otro, a su vida, a sus afectos”, afirmó.
Precisó que los profesionales de la comunicación no sólo deben decir la verdad sino ser sus testigos en el trabajo, usando con respeto las palabras de sus artículos o notas.
“La cuestión no es ser o no ser creyente; la cuestión es ser o no ser honesto consigo mismos y con los demás. Las relaciones son el núcleo de la comunicación, y una relación no puede basarse y durar tiempo si se basa en la deshonestidad”, abundó.
Reconoció que en el tiempo actual, con un flujo continuo de informaciones en los medios, es difícil llegar a la verdad definitiva, por eso recomendó buscar acercarse lo más cerca posible de la verdad de los hechos y no decir o escribir, jamás, una cosa que se sabe, en conciencia, que no es verdadera.
Al mismo tiempo urgió a no someter la propia profesión a las lógicas de los intereses de parte, sean ellos económicos o políticos, porque la vocación del periodismo es ayudar a la convivencia social buscando la verdad.
“Debería siempre hacernos reflexionar que, en el curso de la historia, las dictaduras –de cualquier orientación y color- siempre buscaron no sólo apropiarse de los medios de comunicación, sino –también- imponer nuevas reglas a la profesión periodística”, estableció.
“Que el periodismo sea un instrumento de construcción, un factor de bien común, un acelerador de procesos de reconciliación, que sepa rechazar la tentación de fomentar la confrontación, con un lenguaje que sople sobre el fuego de las divisiones y, más bien, que favorezca la cultura del encuentro”, ponderó.
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