San Cristóbal de Las Casas, Chis., Las banderas de color azul y blanco de Guatemala ondearon al paso del Papamóvil y Julissa Ríos, originaria de ese país, gritó y abrazó de la emoción a su madre ante el saludo del Pontífice.
La llegada del papa llevó a que cientos de indígenas que aún no entraban al Centro Deportivo Municipal, brincaran las bardas o tiraran las vallas en su desesperación por ver al representante de la Iglesia Católica, que serpenteaba por los pasillos a bordo de su vehículo, al tiempo que saludaba, daba bendiciones y cargaba a uno que otro niño.
Antes de su arribo, los asistentes no dejaban de ver las seis pantallas instaladas en las 15 hectáreas de este complejo deportivo, y codeando a sus acompañantes señalaban cómo el Papa subió al helicóptero en el aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez y llegaba a este lugar.
Durante el sobrevuelo, un indígena de San Andrés Chamula gritaba: ¡es el de blanco, es el de blanco que se ve en la ventana¡
La emoción y la efervecencia se elevó cuando por fin aterrizó y la marimba de las Hermanas Díaz, la banda sinfónica y otros músicos, entonaron cantos en tzotzil, mientras que desde el templete, el sacerdote expresaba: “Llegó el Papa de la Justicia, de la paz y de los pobres”.
“Tatic Samuel y el Papa Francisco nos animan. Francisco, tu presencia despierta nuestra conciencia”, gritaba en tzotzil y en español, mientras los músicos entonaban la canción Dios nunca muere.
Julissa Ríos, Ana Escurdia Y Odilia Prado, tardaron más de 19 horas para llegar a San Cristobal de Las Casas, desde la capital de su país, Guatemala y tuvieron que invertir más de 450 quetzales para este viaje, en donde el problema fueron los trámites migratorios para ingresar al país, que dicen, fueron muy burocráticos.
A coro gritaron: “Venimos hasta aquí porque estar en este evento vale la pena”, además México está más cerca que Roma, y para ir al Vaticano se tiene que invertir mucho dinero, afirmaron.
Julissa Ríos comentó que pudo traer a su mamá, que es una persona de casi 90 años, y así cumplió con su deseo de poder ver de cerca y decirle todo lo que lo quiere al Papa.
El joven Rogelio Pérez, quien porta una bandera de Nicaragua en la espalda, comenta que su viaje hasta San Cristóbal lo hizo “de aventones o pagando transporte público barato, pero por fin ya estoy aquí, cumplí mi anhelo de llegar a tiempo y poder estar en esta misa”, al término de la cual iniciará su regreso a su país.
Soy católico, desde muy pequeño mi familia me inculcó el amor por mi religión “y aunque no tenía dinero para venir en avión, si tengo el deseo de estar aquí ante el Santo Padre”.
Por su parte, el músico de origen suizo y fundador de la Banda de San Ildefonso, Gerald Constantin, portando un traje de indígena de Tenejapa, manifestó que tiene varios años tocando con músicos indígenas.
Resalta que por fin tuvo el privilegio de tocar para Francisco, “es un honor para mi, es una bendición que el enviado de Dios me permita tocar en la misa que hoy celebra en este lugar”, luego de que 2010 formó este grupo musical con índigenas de la región de los Altos de Chiapas, la mitad de ellos mujeres y niños.
A la llegada del papa, la marimba de las Hermanas Diaz empezó a tocar Iglesia Bonita, lo que motivó a que los presentes a que ondearan sus banderas y entonaran este canto. Mientras las palabras benévolas del pontífice se escuchan en la pantalla, elementos de protección civil atendían a personas desmayadas y a niños con mareos.