Con el marco de una extraordinaria vista, a 600 metros sobre el nivel del mar, en el Parque Nacional Waraira Repano, Caracas cuenta con el único museo de arte ecológico del mundo, “El Jardín de las Piedras Marinas Soñadoras”.
El museo que destaca en la zona montañosa que bordea el norte de la capital de Venezuela, conocida popularmente como El Ávila, fue creado por el artista y filósofo venezolano Gonzalo Barrios Pérez, mejor conocido como Zóez.
El personaje, en su inquietud por rescatar la belleza natural del planeta y la interacción del hombre con ciertos fenómenos del universo, creó en este ambiente de montaña un espacio que ofrece al visitante la experiencia única donde reina el equilibrio.
En opinión de Zóez, el equilibrio es visto como un estado de inmovilidad de un cuerpo sometido a dos o más fuerzas de la misma intensidad que interactúan para contrarrestarse mutuamente.
Por ello, el artista estableció reglas generales para el ingreso a este sitio, a fin de poner en práctica una serie de ejercicios donde la mujer será la pieza clave para el desarrollo de los mismos.
Al respecto, el visitante, además de entrar descalzo, deberá estar acompañado de una mujer, de lo contrario no podrá ingresar al museo por cuanto los ejercicios que se ejecutarán involucran exclusivamente a la hembra con su relación con el sexo opuesto.
El ingreso al museo se transforma en un ritual que tiene como punto de partida un primer ejercicio que constituye la llave para avanzar en el recorrido.
Este consiste en construir una balanza de equilibrio con algunas de las piedras destinadas para tal fin; una vez alcanzada la meta de elaborar la balanza con dichas piezas se podrá proseguir con el recorrido y la práctica del resto de los demás temas del juego.
El primer paso es una especie de ejercicio de concentración o meditación que tiene por objeto que el participante supere metas, o al menos lo intente a través de la concentración en su objetivo y perseverancia para poder proseguir con lo que depara el recorrido en cuestión.
Zóez afirma que este jardín tiene como tema principal el equilibrio y la unión familiar expresado a través de la disposición artística de cada uno de los objetos con el propósito de establecer una dinámica de equilibrio energético armonioso entre el individuo y la naturaleza.
Entre otras cosas, la privilegiada ubicación de este jardín ofrece a sus visitantes un excelente atractivo visual con una hermosa vista al mar y al principal puerto y aeropuerto del país, La Guaira, en el costero estado de Vargas, al final de la pared posterior de El Ávila.
La disposición de las obras en el Museo se encuentran debidamente alineadas y en consonancia mutua, a través de la definición de ejes para vincularlas entre sí y establecer una especie de comunicación abierta con quien la observa o posa en ella.
Para ello el artista utiliza los cuatro puntos cardinales para orientar espiritualmente y sintonizar con el visitante espectador.
Es el norte el Corazón que simboliza la ternura y el amor, el sur el Origen de la vida representado por el huevo cósmico y el este y oeste la Unión familiar representada por el Sol y la Luna.
Al final del recorrido el jardín cuenta con un espacio destinado para que los visitantes pongan en práctica su chispa artística y construyan su propia obra con las piedras apiladas en equilibrio.
Esto, porque -opina el artista creador de este espacio- “cada hombre es un artista” que nace con facultades creativas con la necesidad de ser descubiertas y desarrolladas para poder contribuir con su rol en la sociedad y participar en procesos que conduzcan a la creación de una sociedad más humana.
Las obras pedestres y su significado:
Entre las distintas obras expuestas se encuentran “El Espiral de la Vida” que simboliza el sueño del origen de la vida. “Yo Soy el Jardinero” realiza “La Fecundación” de la tierra y se desarrolla en el recorrido formado por “Orugas en Luna de Miel” y el “Huevo Cósmico”.
Durante el trayecto se camina piedra por piedra buscando el equilibrio corporal, luego aparece “La Fecundación” que representa el origen de la vida, fruto del amor, gracias a la unión de lo femenino (simbolizado por el camino de piedras redondas) y lo masculino (piedras largas).
En esta obra, el visitante camina en círculo alrededor de la flor, que es el símbolo de la vida.
“Orugas en Luna de Miel” está formada por una coqueta oruga hembra y por una pícara oruga macho, que se cortejan para ir en busca de la crisálida: el “Huevo Cósmico”.
En esta obra los hombres caminan del lado de la oruga macho y las mujeres del lado de la oruga hembra, para luego encontrarse y cortejarse con un cálido abrazo.
El “Huevo Cósmico” es la crisálida donde las orugas dan inicio a la metamorfosis para salir convertidas en dos coloridas mariposas: La Mariposa Anfitriona y La Mariposa Musical. Es donde se realiza el cruce del hombre y la mujer.
El Jardín de las Piedras Marinas Soñadora es considerado único en el mundo por cuanto los valores que emanan de sus obras. Además de los ecológicos, promueve un homenaje a la mujer, a la familia, al equilibrio, a la espiritualidad y a la vida armoniosa y natural.
Aquí el artista logró crear sus obras sin dañar a la naturaleza utilizando elementos de ella pero sin talar, tallar ni transformar la topografía natural del espacio en que se encuentran, en su estado primigenio al exponerse al aire libre a fin de mantener todo su magnetismo, magia y simbolismo.
Las obras están dispuestas en ejes armónicos y con la naturaleza que las rodea.
Zóez afirma que todas las obras del museo tienen como propósito promover la unión entre los visitantes basada en una filosofía y su propio código de conducta.
Por ello, el público es estimulado a relacionarse con las obras, bien sea con juegos o actividades guiadas, o diseñadas para el aislamiento y la meditación.
Las obras del creador de las Piedras Marinas Soñadoras están relacionadas con la versión más intimista de Richard Long, un artista inglés (1945), que es uno de los más importantes del movimiento denominado Land Art.
Zóez, además de creador de estas obras, es el anfitrión de sus visitantes y el alma que da vida a este lugar, y afirma que una de sus preocupaciones es a quién o a qué organismo legar esta responsabilidad una vez el no esté en este mundo.