La decodificación completa del genoma del ajolote permitirá entender mejor la capacidad del animal para regenera huesos, músculos, tejido y reparar su médula espinal, y aplicar el conocimiento en seres humanos, afirmó el investigador Luis Alfredo Cruz Ramírez.
El experto forma parte un grupo de científicos mexicanos que colaboraron en ese trabajo internacional, y que pertenecen a la Unidad de Genómica Avanzada del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Luis Alfredo Cruz Ramírez, del Laboratorio Nacional del Genómica para la Biodiversidad, explicó que conocer el genoma completo del ajolote permitirá descubrir mucho más rápido las bases moleculares que intervienen en la regeneración de este anfibio, para exportar y aplicar este conocimiento en seres humanos.
El ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) es la especie con el genoma más largo que se haya secuenciado hasta el momento, al obtener 32 mil millones de pares de bases, 10 veces más grande que el humano.
Uno de los enigmas que han surgido a raíz de esta secuenciación, refirió, es la ausencia del gen “pax3”, vital en otras especies para el desarrollo del organismo, y en su lugar se ha descubierto que el gen “pax7”, encargado de cubrir esas funciones.
Este animal, endémico de México, tiene la capacidad de reparar y reemplazar gran parte de sus tejidos tras una amputación, incluyendo huesos, músculo y nervios; de curar heridas sin quedar cicatrices y regenerar órganos internos dañados, sin importar la etapa de su vida en que se encuentre.
Esta capacidad la mantienen incluso siendo adultos, y lo hacen de una manera tan controlada que no deriva en cáncer. Sus células son capaces de organizarse de manera muy ordenada hasta que al cabo del tiempo vuelven a generar una estructura similar a la que se perdió, precisó un comunicado del Politécnico.
Alfredo Cruz explicó que parte de este logro se dio gracias a la participación del equipo de trabajo de Eugene Mayers, mismo grupo que colaboró para la secuenciación del genoma humano, el cual se encargó de todas las estrategias bioinformáticas.
Refirió que otro de los grupos que participaron en esta investigación fue el de Elly Tanaka, del Instituto de Investigación de Patología Molecular de Viena, que ha estudiado durante varios años la biología celular y molecular de esta especie.
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