Un ginecólogo de Nueva York, Robert Hadden, de 64 años, ha sido condenado a 20 años por abusar de pacientes, incluida la esposa de un excandidato presidencial.
Hadden, apodado por la fiscalía como el “depredador de bata blanca”, fue hallado culpable de seducir a pacientes de otros estados para realizar exámenes ginecológicos en Manhattan y abusar de ellas.
El juez Richard Berman, al anunciar la sentencia, expresó su conmoción ante el caso, calificándolo de “horroroso, inimaginable y depravado”. Tras cumplir su condena, Hadden estará en libertad vigilada por el resto de su vida.
Evelyn Yang, esposa del emprendedor Andrew Yang, también figura entre las víctimas. En enero de 2020, reveló a la CNN que Hadden la había abusado mientras estaba embarazada de siete meses, sin atreverse a contárselo a su marido.
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Condenado a 20 años por abusar de pacientes
Hadden se había declarado culpable en 2016 de tocamientos y abuso sexual en tercer grado, lo que le costó su licencia médica y lo catalogó como delincuente sexual de nivel bajo.
Sin embargo, el pasado año, el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia (CUIMC) llegó a un acuerdo de 165 millones de dólares para compensar a 147 de las pacientes afectadas por Hadden. Esto fue seguido por otro arreglo de 71,5 millones de dólares en 2021 entre los hospitales de Columbia y 79 pacientes representadas por un abogado diferente.
Columbia ha reevaluado sus políticas y recursos de seguridad para mejorar la protección de las pacientes en el departamento de obstetricia y ginecología de CUIMC en la última década.
La condena de 20 años impuesta al ginecólogo de Nueva York, Robert Hadden, representa un paso significativo hacia la justicia para las valientes mujeres que soportaron sus abusos.
Este caso ha puesto de manifiesto la importancia de proteger a los pacientes y fortalecer las políticas de seguridad en el ámbito médico. Con la esperanza de que hechos como estos no vuelvan a repetirse, la sociedad sigue adelante con la certeza de que nadie está por encima de la ley.
Concluye así una triste saga de dolor y vulneración, pero se abre un camino hacia una mayor conciencia y protección de aquellos que confían su salud en manos de profesionales.
La lección es clara: el sistema debe garantizar la integridad y la seguridad de todos, sin excepción.
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