Emigró, estudió y la contrataron; así se pudiera definir la trayectoria artística de la bailarina mexicana Selene Guerrero Trujillo, quien es la única inmigrante mexicana que trabaja para el Ballet Nacional de Canadá desde 2007.
Sin dudarlo, señala la buena preparación que tuvo en México como fundamental para llamar la atención de los maestros y coreógrafos canadienses, además de su dedicación y entrega a esta profesión.
Sus primeras clases de ballet las tuvo a los ocho años y a los 10 ya había decidido que quería ser bailarina profesional.
“Mi amor por el ballet fue muy natural, bailaba todo el día y en fiestas. Mis papás que tienen espíritu artístico me introdujeron al ballet, vi espectáculos y me guiaron al ver mi talento”, dijo en entrevista con Notimex.
En la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, del INBA, estudió entre 1998 y 2004. Después le interesó tomar un curso de verano en la Escuela Nacional de Ballet de Canadá, con sede en Toronto.
“Después del curso de verano me aceptaron para el programa profesional, donde estudié dos años. Esta es una de las pocas escuelas que tiene lo académico y lo artístico. Así me formé en México y aquí pude continuar mi preparación”, apuntó.
Al terminar la escuela realizó una audición para el Ballet Nacional en donde la detectaron como posible integrante.
“Para entrar a cualquier compañía de ballet se tienen que hacer audiciones, a mí me dijeron que estaban interesados en mí, pero que debía hacer un año extracurricular y lo hice”.
El Ballet Nacional de Canadá la aceptó como aprendiz, pero a las dos semanas se abrió la oportunidad para formar parte del cuerpo de baile.
“Por lo general es un año de aprendiz para ver si encajas en la compañía, pero en mi caso me aceptaron para entrar directamente al cuerpo de baile”, explicó.
Selene Guerrero es la única mexicana en el Ballet de Canadá, aunque dijo que hay otra bailarina canadiense de padres mexicanos.
A sus 27 años considera que se encuentra en el apogeo de su carrera que la ha llevado a presentaciones en Toronto, Washington, Nueva York, Los Ángeles, Londres y Montreal.
La bailarina ve como un gran logro haber estudiado en la Escuela Nacional de Danza en México donde el entrenamiento es muy intenso: “todos los días de ocho a 12 horas”.
Al llegar a Canadá se sintió “muy bien preparada, pues otros bailarines venían de academias pequeñas”.
No sólo logró llegar a la compañía de ballet canadiense sino mantenerse por nueve años, pues “cada año nos evalúan para renovarnos el contrato”.
“¿Qué me ayudó?”, se pregunta y de inmediato responde: “mi pasión por la danza, el día en que se acabe eso será difícil seguir como bailarina. Es cansado en mente y cuerpo pero sigo motivada para bailar”.
En su opinión, ser bailarina de una compañía de ballet es “como cualquier otro trabajo, tienes que demostrar profesionalismo, eficacia y experiencia”.
Es una profesión que la absorbe todos los días pues debe calentar, ensayar y hacer funciones. Acaba de termina una temporada en el Four Seasons Centre for Performing Arts, de Toronto.
A principios de abril el Ballet Nacional de Canadá dará tres funciones de La Sylphide en Ottawa. En junio presenta en Toronto “El pequeño príncipe y Giselle”, y en julio viaja a Nueva York con “Winter’s tale”.
Como bailarina de cuerpo de baile, Selena Guerrero no ve cercana la posibilidad de hacer un protagónico, aunque sí ha tenido oportunidades como solista.
“Me siento muy contenta, no me había imaginado que mi vida daría un giro como el que dio ni que viviría en Canadá”, dijo orgullosa la bailarina mexicana, quien siente estar en su mejor momento.
Sabiendo que la carrera de un bailarín es corta, Selena ya está pensando en cómo colaborar más con México y transmitir sus conocimientos aprendidos en Canadá.
“Me gustaría dar cursos en el INBA para mantenerme inspirada y ayudar a mi país, contribuir con lo que he aprendido”, puntualizó.