Washington.- Miles de personas se volcaron a las calles del centro de Washington para brindar al Papa Francisco una recepción popular que paralizó la actividad y que pareció revitalizar al pontífice, quien el martes concluyó una intensa visita a Cuba.
Poco después de concluida la ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca, el Papa abordó por vez primera el papamóvil que utilizará durante su estancia en Estados Unidos, un vehículo Jeep adaptado con una vidrio de seguridad a manera de amplio escudo frontal, y salió a su primer encuentro popular con su feligresía de este país.
En una amplia área alrededor de la Casa Blanca y en el parque de La Elipse se encontraban ya miles de personas que formaban vallas en ambos lados de las calles. Muchos de ellos empezaron a ocupar sus lugares desde las primeras horas de este miércoles.
La concentración superó por mucho los poco más de 11 mil invitados especiales que atendieron antes la ceremonia oficial de bienvenida y aún los 25 mil que atestiguarán horas más tarde la canonización de fray Junípero Serra en la Basílica de la Inmaculada Concepción.
Algunos reportes de prensa indicaron que la concentración en esa área pudo haber superado por mucho el medio millón de personas.
Cuando el papamóvil hizo su ingreso a la calle 17, los cientos de miles de personas que se encontraban en ese punto a la espera del momento irrumpieron en gritos, agitando sus manos, sin dejar de ondear las banderas de Estados Unidos y El Vaticano mientras se apresuraban a tomar fotografías con sus teléfonos celulares.
El entusiasmo desbordado pareció revitalizar a Francisco, quien minutos antes, durante la ceremonia de bienvenida, había mostrado un semblante más calmado, pero sin que desapareciera de su rostro su característica y amplia sonrisa.
Algunas imágenes de esa ceremonia recogieron el paso ligeramente descompuesto del pontífice, quien al parece este miércoles padeció un episodio de ciática, dolorosa condición física que usualmente aqueja la cadera y las piernas.
Sin embargo, el semblante del pontífice pareció transformarse cuando inició su breve recorrido de 15 minutos a bordo del papamóvil, acompañado por el cardenal Donald Wuer, arzobispo de la Arquidiócesis de Washington.
Cuando apenas había avanzado unos metros, el papamóvil se detuvo mientras uno de los miembros del equipo de seguridad de El Vaticano tomó un pequeño en brazos y lo acercó al Papa para que éste lo besara y le diera su bendición.
Conforme la caravana avanzaba, mucha gente corría detrás de la muralla humana a lo largo de ese tramo de la calle 17 mientras en el papamóvil, de pie, con una diestra firme sobre el pasamanos y la amplia sonrisa firme en su rostro, Francisco prodigaba bendiciones de uno y otro lado de la calle.
La caravana enfiló después por la calle Constitución, una de las más amplias de la capital, donde el papamóvil se detuvo en tres ocasiones más para que el Papa pudiera besar a otros pequeños y recibir un obsequio por parte de una menor, quizá la única que pudo romper el férreo cerco de seguridad.
Cuando la caravana, precedida por una flotilla de oficiales en motocicleta de la policía capitalina, subió por la calle 15, el papamóvil incrementó ligeramente su velocidad y ya no se detuvo hasta alcanzar el acceso a la Casa Blanca sobre esa calle.
Una vez dentro de la residencia presidencial el pontífice cambió el papamóvil por el modesto sedan negro Fiat que utiliza como vehículo oficial, y a bordo del cual se trasladó a la Catedral de San Mateo mártir para su reunión con los 500 obispos y cardenales que conforman la curia estadunidense.