El Papa Francisco lanzó hoy una dura advertencia contra los patrones que explotan a los trabajadores pagándoles en negro, y los catalogó de “sanguijuelas” que sólo buscan enriquecerse a costa de los demás.
“¡Hambrear a la gente con su trabajo para mi beneficio! Vivir de la sangre de la gente. ¡Eso es pecado mortal!”, afirmó el pontífice en el sermón de su misa matutina, que celebró en la capilla de su residencia vaticana, la Casa Santa Marta.
Francisco repasó el pasaje bíblico que señala a los ricos que hasta “las orejas del señor” llegó el grito de los cultivadores que trabajaron su tierra y no fueron pagados. Constató que las riquezas son buenas, pero “no son una cosa absoluta”.
Precisó que cuando las riquezas se hacen con la explotación de la gente y los ricos explotan el trabajo, “esa pobre gente se vuelve esclava”. Puso en guardia contra la teología de la prosperidad”, por la cual el señor “ve que eres justo y te da tantas riquezas”.
“En todo el mundo ocurre lo mismo: ‘Quiero trabajar’. ‘Bien’, te hacen un contrato de septiembre a junio. Sin posibilidad de pensión, sin seguridad social. En junio lo suspenden, julio y agosto debes comer aire. Y en septiembre te lo dan de nuevo”, ejemplificó.
“Estos que hacen eso son verdaderas sanguijuelas y viven de la sangre de la gente que vuelven esclavas del trabajo. El deseo de poseer puede convertirse en una cadena”, añadió.
Contó la historia de una muchacha que había encontrado un trabajo de 11 horas al día por 650 euros, mucho menos del salario mínimo en Italia y, encima, en negro.
Explicó que quienes le ofrecían el empleo le dijeron: “Si te gusta, tómalo, si no, vete. Hay otros”. Y lamentó: “Estos ricos engordan de riquezas”.
Aseguró que la sangre chupada por esos ricos y su vivir de la gente es un “grito al señor”, un grito que exige justicia. “La explotación de la gente hoy es una verdadera esclavitud”, subrayó.
“Pensaba que los esclavos ya no existían, pero en realidad existen. Es verdad, la gente no va a buscarlos a África para venderlos en América: No. Están en nuestras ciudades. Y están estos traficantes, estos que tratan a la gente con el trabajo sin justicia”, siguió.
También relató la muerte de un hombre avaro y por el cual la gente que bromeada diciendo que el funeral se había arruinado porque no habían podido cerrar el ataúd ya que el señor quería llevarse consigo todo lo que tenía y no podía.
“El drama de hoy es la explotación de la gente, la sangre de esta gente que se vuelve esclava, los traficantes de personas y no sólo aquellos que trafican a las prostitutas y los niños para el trabajo infantil, sino ese tráfico más ‘civilizado’: Yo te pago hasta acá, sin vacaciones, sin seguro sanitario, todo en negro. ¡Pero yo me vuelvo rico!”, estableció.
“Que el señor nos haga entender aquella sencillez que Jesús nos dice en el evangelio de hoy: es más importante un vaso de agua en el nombre de Cristo que todas las riquezas acumuladas con la explotación de la gente”, imploró.