Uso de las formas de cortesía, significados sexistas, el uso del genérico universal, uso de lenguaje textual, prohibición de imágenes sexistas y hasta el uso del arroba en las comunicaciones por redes sociales son algunas de las restricciones que contiene el decálogo de la “Guía para el uso del lenguaje no sexista” aprobado el pasado jueves por el consejo general del Instituto Estatal Electoral.
En 10 páginas, el IEEG resume una guía que coloca al órgano electoral como una de las primeras instituciones públicas en elaborar un documento que deberá ser observado por los empleados de este instituto en todos sus niveles.
“Lo que no se nombra no existe. Esto, trasladado al género implica que el hecho de que las mujeres no tengan una representación simbólica en la lengua contribuye a su invisibilización. De ahí, la necesidad de lograr la igualdad entre sexos, de hacer uso del lenguaje que represente a las mujeres y a los hombres y que nombre sus experiencias y vivencias de forma equilibrada”, dice el documento en su parte introductoria.
La guía que fue elaborada por el comité de igualdad de género discriminación y cultura laboral que preside la consejera Dolores López Loza asegura que “un lenguaje no sexista es aquel que no oculta, no subordina, no infravalora y no excluye”.
En el documento se refieren definiciones básicas de andocentrismo, discriminación, discriminación sexual, discriminación contra la mujer, igualdad, género, estereotipos y lenguaje sexual o no sexista.
El alcance del documento queda integrado en la siguiente frase: “todas las comunicaciones que se generen en el IEEG deberán tener un lenguaje incluyente, ya sea de tipo escrito (notas, oficios, actas, resoluciones, normativa interna, oral (declaraciones, entrevistas), visual (imagen institucional en internet, carteles, señalamientos) y gestual (expresiones corporales en eventos públicos, eventos académicos, conferencias).
La guía se resume en 10 recomendaciones. La primera es el uso del genérico universal que señala que se incurre en el error de reforzar la asociación del “todo” con los hombres.
Se citan un par de ejemplos. En la guía la forma correcta de decir es “la humanidad ha creado sistemas” y no “el hombre ha creado sistemas”. O, decir “derechos del hombre” es uso incorrecto y lo correcto es decir “derechos humanos”.
El segundo punto tiene que ver con el uso de abstractos. “Otro error muy común es hacer referencia a los cargos como si todas las personas que los ocupan, fueran hombres, invisibilizando a las mujeres”, advierte.
Otra recomendación que es parte del decálogo se refiere al uso de las formas de cortesía: “hay un sexismo oculto en las reglas de cortesía ya que regularmente se emplea señorita/señora para referirse al estado civil de las mujeres y para el hombre se usa señor, independientemente de su estado civil”.
Uno más habla de los “significados sexistas” que cuestiona directamente, “el sexismo del significado que le atribuimos a ciertas palabras y expresiones cuyo sentido explícita o implícitamente refuerza concepciones que como se ha indicado, son egocéntricas y ocultan lo femenino”.
Y aquí se alude a términos como “aventurera” o “mujerzuela” cuando no es usual que se hable de “aventureros” u “hombrezuelos”.
También se habla de la necesidad de usar imágenes no sexistas en las publicaciones del instituto.
“La mayoría de las imágenes que se utilizan en las instituciones públicas y privadas muestran una diferenciación del trabajo entre hombres y mujeres; se reproducen estereotipos culturales. Los hombres en los negocios, la política, el deporte y las mujeres en el hogar, cuidando hijos y un modelo de mujer joven, blanca, delgada y sin intelecto.
Es necesario mostrar la diversidad que existe de mujeres, triunfando en la economía, la política y erradicar las imágenes que aludan a la mujer de manera peyorativa”, señala el documento.
La guía del IEEG sostiene que el lenguaje “se considera un vehículo de pensamiento, de expresión, de comportamiento, de actitudes y el lenguaje debe evolucionar de acuerdo a la sociedad y hay que tomar en cuenta que el enfoque de dominación entiende el lenguaje como un medio de opresión para las mujeres”.