La Semana Santa es en Alemania, al igual que la Navidad, una celebración de marcado carácter religioso y familiar. Su llegada se prepara con gran esmero mediante la colocación de elementos decorativos en jardines y escaparates como huevos de colores, cestas de mimbre, gallinas o conejos de Pascua.
Los festejos comienzan en el país el Jueves Santo, un día que sin embargo no es festivo y en el que tanto comercios como la administración mantienen su horario de apertura habitual.
En el sur del país, donde la mayoría de la población es católica, los fieles asisten durante esta jornada a una misa en la que se recuerda la Última Cena y el lavatorio de pies que la Biblia relata en el Evangelio de San Juan.
Se trata de un pasaje en el que Jesús lava los pies a los 12 apóstoles en el que se resalta la importancia de servir al prójimo. En algunas iglesias católicas de Alemania esta escena todavía se conmemora en día con el ritual y los sacerdotes reciben a los fieles en la puerta de la iglesia lavan sus manos o sus pies.
En Alemania también es habitual que un párroco, siguiendo el ejemplo de Jesús, lave los pies a 12 cristianos como muestra de que el oficio eclesiástico consiste en el servicio y no en el dominio sobre los fieles.
El Jueves Santo recibe en alemán el nombre de “Gründonnerstag”, cuya traducción al español sería “Jueves Verde”, una denominación que se especula se inspiró en los rituales paganos de primavera. Así, cuenta la tradición que en los tiempos precristianos era costumbre comer hierba verde durante este día.
Otra teoría apunta a que el nombre se debe a los penitentes de la Edad Media, cuyos pecados fueron perdonados ese día después de la Cuaresma. Estas personas fueron llamadas las “Virides”, es decir, “Los Verdes”.
Lo cierto es que esta tradición permanece también en la mesa y entre los menús de Pascua no falta la col, la ensalada y las hierbas aromáticas.
En Alemania los días feriados de Pascua se inician el Viernes Santo y se prolongan hasta el Lunes de Pascua, día en que tampoco se trabaja en todo el país. El Viernes Santo, en Alemania se pide voto de silencio y se prohíben fiestas ruidosas e incluso en algunos lugares está prohibido bailar.
El sábado, principalmente en el norte del país, se suele celebrar el denominado “Fuego de Pascua”, que consiste en la quema de las ramas y rastrojos resultantes de la poda de los árboles y simboliza el fin del invierno. La gente se reúne en torno a la fogata hay pasteles y golosinas.
La Pascua es una festividad que en Alemania disfrutan, sobre todo, los más pequeños de la casa. Ellos creen fielmente en la leyenda que cuenta que el Domingo de Pascua, el conejo recorre las casas y los jardines dejando huevos de chocolate.
Así, el Domingo de Pascua los niños, con cesta en mano, buscan por todos los rincones de la casa los huevos de chocolate. Además, se aprovecha para hacer manualidades con los más pequeños, quienes disfrutan vaciando huevos y pintándolos.
El chocolate es el rey de estas fiestas. Los alemanes lo regalan a sus familiares y amigos como muestra de cariño. De hecho, la industria chocolatera y de dulces logra en Pascua los días de mejores ventas.
Los estantes de los supermercados están llenos de figuras de chocolate. De hecho, el sector señala que cuatro semanas antes de estas fiestas se venden en Alemania dulces por valor de mil millones de euros y se entiende que unos 400 millones se corresponden únicamente con las ventas de Pascua.
Quienes acuden a la iglesia el domingo, encienden las velas de Pascua que se mantendrán encendidas en las misas hasta el día de Pentecostés para simbolizar la vida.
Los días festivos se suelen pasar con los seres queridos disfrutando de los platos típicos de la época y de paseos por la naturaleza, en los bosques y los múltiples lagos y ríos del país, que los alemanes disfrutan notablemente porque coinciden con la llegada de la primavera.