Guanajuato.- El Día de Muertos, una de las celebraciones más emblemáticas de México, tiene una rica historia que se remonta a las culturas prehispánicas. Uno de los símbolos más representativos de esta fiesta es el pan de muerto, un delicioso y tradicional pan que se ofrece a los difuntos. Pero, ¿cuál es el origen de este pan?
Según historiadores y antropólogos, las ofrendas a los difuntos en la época prehispánica se remontan a la diosa Cihuapipiltin, protectora de las mujeres que fallecían en el primer parto. Se creía que estas mujeres rondaban por el aire, causando enfermedades entre los niños, por lo que se les hacían regalos en los templos o en las encrucijadas de los caminos.
Las ofrendas consistían en “panes” de diversas figuras, como mariposas o rayos, hechos a base de amaranto, un alimento considerado sagrado. También se ofrecían tamales, maíz tostado y pan de maíz seco y tostado. La mayoría de estas ofrendas eran de amaranto, que se consideraba un alimento especial.
El equivalente al pan de muerto actual era el “huitlatamalli”, un tamal, y la “papalotlaxcalli”, un pan de mariposa exclusivo de esta ceremonia. Esta última consistía en una tortilla con un sello en forma de mariposa, pintada coloridamente después de cocida.
Fray Diego de Durán, un cronista español del siglo XVI, documentó que, durante la celebración en honor a Huitzilopochtli, la gente ofrecía “tzoalli con miel”, una mezcla de amaranto y miel de avispa o maguey. Con esta mezcla, se hacían grandes ídolos a imagen del dios, que se adornaban y vestían.
Con la llegada de los españoles, la tradición del pan de muerto se fusionó con la cultura católica, dando origen al pan de muerto que conocemos hoy. Aunque ha sufrido cambios a lo largo de la historia, su significado y simbolismo permanecen intactos.
‘Almas’, el pan de muerto de Guanajuato y uno de los más llamativos
Para esta celebración, México se viste de tradición y sabor con la variedad de panes de muerto que se elaboran en diferentes regiones del país, una de las recetas más llamativas está en Guanajuato.
Se trata de las ‘Almas’ de Acámbaro, un pan en forma humana que representa a los difuntos. Para los adultos el pan es glaseado blanco y al centro un punto de azúcar rosa y los niños son completamente blancos. También se encuentran las moriscas, hechas con harina, canela, huevo y pulque; los conejos, mulas y borregos de pan.
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En Hidalgo, Xochicoatlán es famoso por sus ‘Bodoques’, panes que se regalan a los asistentes al novenario. En la región huasteca, se produce el pan ‘Peluca’, similar a los pambazos, que se repartía en los velorios y se colocaba en las ofrendas de muertos.
Oaxaca se destaca por sus ‘Regañadas’, panes de pasta hojaldrada que representan las “almas” de personas o animales. También se encuentran panes de yema de huevo con o sin ajonjolí, que simbolizan la cara del muerto.
En Puebla, los ‘Golletes’ (roscas adornadas con colores) y el ‘Sequillo’ (mamón seco con color amarillo yema de huevo) son los favoritos.
En la Ciudad de México, específicamente en Mixquic, se realizan las ‘Despeinadas’, rosquitas de azúcar colorada, y el típico pan de muerto con azúcar, ajonjolí y granillo. También se encuentran panes en forma de mariposa, que simbolizan la transformación de las niñas en mariposas después de morir.
Con información de Secretaría de Cultura del Gobierno de México
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