A unas horas de la agresión mortal en contra del elemento de Policía Rural, Filiberto Mendoza Hernández, los habitantes de la comunidad de Barretos se muestran herméticos y temerosos luego de los sucesos ocurridos la madrugada de este jueves.
Moradores de viviendas de este camino de terracería conocido como La Esperanza, este jueves observaban a lo lejos una grande y visible mancha de sangre que la tierra absorbió y a un lado montones de cristales de los vidrios polarizados de la patrulla dañada en el ataque.
La cinta de acordonamiento con la que se prohíbe el paso iba y venía con el aire, una parte colgada de una rama de un árbol y otra a un costado del camino, por el que varios niños pasaban a pie o en sus bicicletas.
Al preguntarles si escucharon o vieron algo, varios de ellos sólo respondieron que ya muy tarde oyeron muchos disparos, señalan que más de 20 detonaciones se escucharon desde la carretera hasta el camino, pero nunca salieron para ver qué pasaba porque frecuentemente pasa eso, aunque nunca recalcaron que jamás habían sido tantos los disparos.
Un hombre llamado José dijo que él llegaba de su trabajo cuando en la oscuridad, entre las sombras, vio a lo lejos la patrulla estacionada a medio camino pero aunque le pareció raro, no se acercó a ver lo que pasaba, ni se dio cuenta que estaba alguien lesionado, por temor y seguridad se metió a su casa y fue un par de horas después que escuchó mucho movimiento y sirenas, fue entonces que supo lo que había pasado.
Los colonos se preguntaban este jueves qué había pasado, si alguien había muerto, pues sólo supieron que un hombre de la misma comunidad estaba detenido pero no tenían nada claro, pues señalan alrededor de las 8 de la noche cuando comienza a oscurecer ya no salen de sus casas.
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